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jueves, 9 de noviembre de 2017

CUENTO MARTÍN PESCADOR

                       


                           MARTÍN  PESCADOR  GUARDIÁN DEL CARTAMA



Seudónimo: El Coletrapo

Era Luna llena, habían pasado dos días después de la creciente de la Santa Cruz  en el río Cartama, charco Las Palomas.

Momento para que los pescadores y los enamorados buscaran  refugio en brazos de la oscura noche para saborear el néctar de una abundante pesca y el sensual placer de una grata compañía. Algunos se aprestaban a preparar el letal veneno:" CLOROS  ¨ para atrapar a los incautos peces que olfateaban en busca de alimento, disfrutando también de las caricias  del río tibio; mojando  su escamas; lentamente.
Se va mezclando el veneno en las claras aguas, los peces no tenían tiempo de huir, un pequeño bocachico corrió asustado a la roca más cercana, sus aletas se endurecieron; quedando inmóviles, la sangre no circulaba  y su respiración no alcanzaba  a hacer burbujas, murió en el intento y  a su alrededor sus amigos(as) habían vivido el mismo drama.
Los seis pescadores no sonreían, se carcajeaban saltando de alegría por la acción realizada y ya veían una suculenta comida en sus hogares que esperaban con ansia la pesca de papá.
Más adelante una pareja de pescadores en el charco la Vieja, también se disponía a tirar su atarraya (tipo de red grande para pesca, que se lanza al boleo, en movimiento circular).
Silencio total; sólo se escuchaba el rumor del río, el croar de las ranas, uno que otro búho asustaba  con su aguda mirada y su presagiante canto, las atarrayas hacían plas plas al caer al caer al agua.
Los pescadores halaron la atarraya y atraparon gran cantidad de peces; grandes y, pequeños, los examinaron y ¡sorpresa habían y peces gestando!
----Claro no podemos devolverlos al agua porque es buena pesca y los pequeños representan una fritanga muy alentada. Comentaron alegremente
Próximo al caudaloso Cauca, río donde termina su vida de soltero el Cartama, otro par de hombres se ponían su traje de buzo (careta y linterna en la cabeza, arpón en mano, aletas de pez y se zambulleron silenciosamente haciendo señas del lugar donde había peces grandes: bocachicos, jetudos, no importaban las pequeñas sabaletas, ni la edad, ni mucho menos su estado de preñez, lo que importaba era obtener el preciado alimento.
Pero existían aún pescadores que sabían que los peces se estaban extinguiendo por la pesca inapropiada y llevaban su buena vara de pescar con suficientes anzuelos y carretes de nailon; para un largo recorrido, bajaron de Támesis a la altura del río Conde con el objetivo de llegar a la vereda Pescadero; donde abordarían el bus de las 9a.m, o se  aventurarían  a conseguir  cualquier transporte que los llevara de regreso al pueblo.
---- ¡Cueva de gurres! ¡Eureka!, exclama  Arnoldo el cazador destructor, depredador de esta especie en la región.
----Con los de hoy cuento 5 en 15 días. ¡Qué bien hermano! descanso en 15 días,  Jala. ¡Uy hermano,  que hermosura hasta preñada está!
----No la mates , acordate que la profe nos enseñó y recalcó mucho sobre la caza indebida de animales en embarazo, pues  esas crías cuando nazcan crecerán y no se acabara la comida , ni la especie,  matando adultos sí.
----La profe está loca, ¿si la dejamos ir entonces que vamos a comer?
---Ésta semana le mandamos  un pedazo de la parte más sabrosa, ella que va saber que estaba preñada o es ¿qué vas a ir a decirle?
----Lo que si le digo hermanito  es que lo que la profe dice es cierto, póngase a pensar lo que dicen los más antiguos de la vereda.
---- ¿Qué dicen? ya vas a inventar vainas.
-----No son vainas, vea que el gurre abundaba y no faltaba la carne en las casas, lo mismo las arditas, el oso hormiguero, la guacamaya, las iguanas y habían unas tortugas grandes que también se las comían, no sé  si los huevos, pero los de las iguanas si, por eso las cazaban, no tanto por la carne.
----Porque lo que sí sé yo,  es que en la  costa se comen la carne y dizque  es muy sabrosa, también por allá  por el departamento del Chocó y demás que por aquí también; porque casi no se ven.
----Usted como que aprendió mucho en la escuela o es que anda  en muchas cosas, yo también sé de animales que abundaban antes; mientras matan la gurre. ----También  abundaban los loros reales, carpinteros, canarios, garzas, ese pajarito que llaman el mielerito, mucho azulejo, cucaracheros, y pechi  amarillos, y uno que está muy escaso es el colibrí. Lo cierto es que ya ni se ven; aunque se ven muchos loritos (periquitos) y loras en la mañana sobrevolar y parlotear en bandadas sobre el valle del Cartama alegrando la mañana
Y ¿Que pasaría con las golondrinas y guacharacas? Mmmm….hace tiempo no las veo.
De repente se oyeron pasos fuertes que se acercaban y un leve ventarrón; se escuchó; sorprendidos miraron a un hombre gigantesco, delgado, pero musculoso, con un sombrero alón, pantalón oscuro y camisa ligeramente descuidada  a rayas también naranja oscuro, en su mano derecha tenía  una inmensa atarraya y en su izquierda una caña de pescar, ojos de penetrante mirada y cejas arqueadas; como preguntando ¿qué hacen?
No  les dio  tiempo a nada; los atrapó envolviéndolos en su atarraja como si fuesen livianos peces, los levantó y se dirigió hacia el centro del rio, alegaba  solo y los arrastró por el  caudal.
Muy asustados por el suceso se preguntaban entre sí ¿Quién sería ese hombre tan grande y raro?, pero se quedaron con la incertidumbre, pues no había tiempo de nada y además  él no los escuchaba porque; el rio también era cómplice de este ser misterioso; nunca visto por ellos en esta región.
Pasaron por el lado de varios pescadores que utilizaban sus varas de pescar; los que también al verlos corrieron despavoridos a esconderse de este raro personaje. El los miró y con su mano izquierda agitó el anzuelo y gritó:
-----Muy bien sigan pescando amigos.
En el siguiente charco, cerca de la desembocadura del San Antonio, sector el Medio, habían muchos peces que podían  pescar con sus anzuelos.
----- ¿Será cierto lo que dice  el hombre gigante? Dijo uno de los tantos. Hagámoslo no sea que seamos victimas como los que lleva en la atarraya.
Se dirigieron  al lugar y pescaron sartales hasta el amanecer.
----Hace tiempo no pescamos así, estamos  volviendo al pasado en que nuestros abuelos hablaban de sartas de pescado, hasta con las manos los cogían. Tomemos tinto mientras llegamos al estadero, siempre falta buen trecho pero ya cumplimos la misión, hasta podemos vender y queda para repartirnos en las familias.
----- ¿Que será del hombre aquel?, es mejor que tiremos travesía, corremos el riesgo de encontrarlo y no quiero desmayarme.
Mientras los pescadores con su jugosa pesca buscaban la salida hacia sus hogares, Martin Pescador se dirigió con su preciada carga hacia el Cauca, allí descargó su atarraya con el botín.
Saltaron un tanto aporreados y lastimados por las piedras del rio, ojos enrojecidos por el agua, cabellos desgreñados y angustia reflejada en sus rostros por lo que ellos pensaban  podía pasar con ellos.
---- ¿Asustados?, dijo Martin Pescador, veo miedo en sus rostros y con razón; sus conciencias reclaman lo mal que han procedido, pescan con atarraya cazadora, veneno, arpón y mil métodos más para obtener el alimento del rio, no respetan normas, arrasan con todo, se olvidan de principios morales y de los valores ecológicos, se han convertido en depredadores, olvidando el respeto por nuestro entorno, especialmente por nuestro rio.
-----Se han ido acabando peces como  el jetudo, bocachico, sabaleta y otras especies como el armadillo, la iguana, la guacharaca etc.………..,
------Por esta noche les perdono y los devuelvo al sitio donde los encontré, solo pido clemencia por el rio,  por las especies que habitan en él y en todo el valle del Cartama, armonía entre todos los seres humanos, equilibrio en nuestras acciones, mi tristeza hoy será alegría más tarde cuando me dé cuenta que ustedes serán los mensajeros de la buena pesca y la buena caza, propagadores de semillas ambientales, los que cuidan, los que aman el planeta. Yo un día fui como ustedes
Y acabé con todo, me arrepentí y hoy soy el mensajero,” El Guardián del rio Cartama”.
Los hombres corrieron despavoridos y asustados; al ser devueltos por aquel misterioso personaje  al sitio  inicial,
El susto había sido inmenso y aunque muy vagamente conocían de la existencia de aquel guardián; el haberlo conocido y saber de su fuerza bruta no fue muy agradable para ellos; que no creían en tal historia,
Sin embargo, luego de aquella noche pensaron, muy seriamente en el mensaje dado por el guardián del Cartama
                                                         FIN

















     

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